Versos del pago-II

VERSOS

DEL PAGO

1986 - 1992

Rodolfo Daluisio

_____________________

Capítulo

II

DE LLANURA Y SOLEDAD

DE NO FALTARLE NADA

                       Hubo milongas de punteo brioso
                       en más de un patio,
                                 abierto de aire y campo.

                       Y un saber tan antiguo de melodías llanas
                       muy bien aparejadas,
                       con el hondo misterio de las cosas eternas.

                       Los cantores nacidos de la tierra,
                              - almas redondas de lo tan vulgar -
                       dieron milongas de goce y corazón.

                       De no faltarle nada
                             y en su honda franqueza,
                       el fervor paisano era perfecto.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

EL PRODIGIO DE SER CHICO

En labios de mi madre, se contaban
prodigios increíbles de la Virgen.

                       La Virgen de Luján
                       estaba en un lugar muy pobre y tosco,
                       que tan solo tenía piedra y cielo.

                       Unas manos de hombres
                       la llevaron al Templo para honrarla mejor.
                       Pero unas manos de Angeles la volvieron a pobre,
                       como ella lo quiso.

                       Si quien ama ve grande
                          al amor sobre él,
                       quien ama se hace chico.

                       Así dijo mi madre,
                       que aquella agua de campo bendita por la Virgen
                       podía bendecir la pobre casa nuestra.

Y ese prodigio enorme de servir la pobreza,
pasó por ser pequeño para entrar en mi casa.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

III

QUE IMPORTA EL NOMBRE ?

               Sentíanse enlazados entre sí :
                              la pampa y él.
               Un paria en la porfía aguda
                              de nunca consentir.

               La soledad y el rumbo :
                              siempre al campo.
               De resero, de peón, de domador,
               de casero, juntador de maíz,
               rumbeador de a caballo.

               Al fin ... ni fracaso,
                                      ni ruina
                                                fueron tantos.

               ¿ Qué importa el nombre, entonces ?,
               ante esa identidad de tierra y alma
                              hasta el día perenne
               en que sean los dos:     ( el suelo y él )
               una misma raíz.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

TIENE SU CANTO ANTIGUO LA LLANURA

                       Tiene su canto antiguo la llanura,
                       siendo ese campo ancho y dilatado,
                       donde el criollo pasa apresurado
                       sin quedarse a pelear su desventura.

                       Trashumante de viajes y de holguras,
                       asienta su dominio en lo creado:
                       rancho, familia, hijo; y lo sagrado,
                       que alimenta en misterio esa llanura.

                       En la profunda luz de lo sincero
                       donde planea digna la conciencia,
                       se siente como el dueño de esa herencia,
                       que abraza las distancias, los senderos,
                       las luces del ocaso, los esteros,
                       y el vasto custodiar de las querencias.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

SE RENUEVAN EN VIDA LOS LATIDOS

                       Se renuevan en vida los latidos
                       que buscan a las almas de la esencia,
                       por donde se renace con la ciencia
                       del puro generar de los olvidos.

                       Rebrota en gratitud y concebido,
                       el verso de la arcana pertenencia;
                        si canta lo común de la sapiencia
                       de un íntimo inspirar lo presentido.

                       Al alma de los tiempos generosos
                       se vuelve por la cándida destreza.
                       Hermanos son en luz de la belleza :

                       el sentimiento astral de lo grandioso
                       y el ser, que siendo el vástago valioso,
                       es campo, vida y canto en la pureza.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

VI

LOS GRISES ENTORNADOS

                       Los grises entornados en el cielo
                       van siendo un mismo cielo, nunca igual.
                       Transitan por un aire virginal
                       de vientres intocados de otros cielos.

                       Y gira con la luz un gris en vuelo,
                       que desgrana en las nubes un bozal;
                       y libera los belfos de un corral
                       de los grises viajando con sus velos.

                       Plateándose de argento la planicie
                       del llano que se va por las alturas,
                       los grises blanquecinos prefiguran
                       colosos infinitos, que acarician
                       la turbia tempestad de esa planicie
                       que abruma al gris en lluvia y en bravura.



II - DE LLANURA Y SOLEDAD

VII

SOLEDAD

                       Soledad, una gracia de templanza,
                       cuando la vida es unidad y esencia,
                       en cada germinar, cada presencia,
                       en cada palpitar de una crianza.

                       Y llega el solo ser de la enseñanza,
                       que contempla la vida en su potencia.
                       Si vuelve el día puro a la obediencia
                       de darse, hasta el final de la tardanza.

                       Soledad, como el surco de una fuerza
                       que adquiere la virtud de perdurar.

                       En el propio camino pernoctar.
                       Y ser única esencia, y ser diversa.
                       Por la vida común que se refuerza
                       con las vidas que viven a la par.



II - DE LLANURA Y SOLEDAD

VIII

POBREZA

                       Pobreza del capullo que resguarda
                       al numen de la flor de lo inefable.
                       El don de no pedir a lo insondable,
                       si basta con el ser de cuanto guarda.

                       Ingenua exactitud, que no retarda
                       la hora de aflorar inenarrable.
                       El pétalo se ofrece, por deseable
                       al bien de su hermosura más gallarda.

                       Pobreza es ese fruto regalado,
                       misterio de pobreza que se entrega
                       perfecta en la semilla, si despliega
                       las alas obedientes de un llamado :

                       volver a germinar en lo creado
                       hasta la fuerza invicta de la siega.



II - DE LLANURA Y SOLEDAD

IX



EL QUINTERO

                       Ese obrero, tan dueño de sus manos,
                       labra la tierra en surco desgranado.
                       Y se despierta en riego y en sembrado,
                       donde todo es crecer desde temprano.

                       Para el bien de vivir se es hermano:
                       del peón, del hierro, el surco y el arado,
                       de la semilla, el agua y lo brotado,
                       por saberse en el fruto soberano.

                       Hortaliza fraterna con el peón,
                       que se da a la bondad del alimento,
                       en la fuerte hermosura del sustento,
                       que en las mesas renueva su fracción.

                       Se destilan en luz y en bendición
                       las vidas restaurando su elemento.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

X



EL TANTERO
( el cortador de ladrillos )

                       Tierra y paja, cargando el pisadero.
                       Con el agua se amasa hasta la liga.
                       El caballo en el manso se fatiga
                       girando el malacate sin apero.

                       Cruzando hasta la cancha en su sendero,
                       cargadas carretillas se prodigan.
                       Armando los adobes con la liga
                       trabaja con sus moldes el tantero.

                       Las pilas que se secan con el viento.
                       La hornalla y el carbón. Sube la llama.
                       La ceniza tan blanca se derrama;
                       y el ladrillo ya toma su pigmento.

                       Vuelan sueños de altivos monumentos
                       en los muros que suben por sus tramas.

II - DE LLANURA Y SOLEDAD

XI

ALAMBRADOR

                       Un conocer de fuerzas y tensiones,
                       según el calcular de las distancias.
                       Alambres con espacio en concordancia,
                       y unas líneas de largos cinturones.

                       Puntales, esquineros, divisiones.
                       Aparejos pujando en su constancia.
                       Y la recta vistiendo de elegancia
                       el cruce de los campos querendones.

                       La pampa, donde quiera es un corral
                       de dominios, que no respeta el viento,
                       ni la luna, ni el sol, ni el firmamento.

                       Pero el peón se empecina en darle un pial,
                       que separa por clase al animal,
                       y al hombre, por legal ordenamiento.