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Capítulo
XV
LOS DÍAS DE ESPLENDOR
1) VINO NUEVO
Andar por el camino buscando nuestra huella.
La vida laboriosa
es un claustro vacío en la piedra perpetua:
espera ese mañana
de la luz impaciente que se ve renacer.
Al lado del asombro nos habla lo invisible;
nos mira con su enigma;
y nos llama lo nuevo, reposado en su calma.
Se dice nuestro nombre,
revelado en el signo que nos quiere alumbrar.
Atrás queda el recuerdo que huye en una muerte;
vestigio de esa piedra
que nos retiene el paso de la angustia de antes.
El alma con su goce
acompaña en el germen que nos va a descubrir.
Si el odre de una vida reposa al vino nuevo
no importa ya, el perfume
que consagra la pena del martirio pasado.
Un júbilo nos toca
por darnos otra vida que se echa a correr.
XV - LOS DÍAS DE ESPLENDOR
2) VOLVERÉ
La muerte es como irse
por el camino de uno.
Y tan propia es la senda
que ya, no hay más enigma
de la vida de otros.
Partir por ese viaje
donde se va muy solo
a la paz de infinito,
designa la promesa
de saber el retorno.
El día que me vaya
por el destino sabio
que trasunta la vida,
un canto de la ausencia
va a quedar esperando.
La misma melodía,
permanecida en canto
repetido y perfecto:
en alma, nos regresa
a una vida perpetua.
XV - LOS DÍAS DE ESPLENDOR
3) UN DÍA : UNIDOS
Hay un día genuino para estar más unidos
con la ilustre visita que se dan los amigos.
Donde todo es entrega del amor convivido,
a la hora perfecta de un motivo infalible.
Y se apura el festejo celebrando la cita,
conservando esa dicha en recuerdo confiado.
Un refugio gozoso que no teme al mañana,
por sentirse una rama en el árbol de hermanos.
La rencilla casera no desluce al presagio
de la heroica consigna conviviendo lo de uno.
Cada alma concierta, con valor victorioso,
en un mismo camino, el designio de muchos.
Porque un día vivimos más unidos que nunca
en la insigne memoria de ideales amados.
Y saber transitoria la ligera discordia
si se espera una vida en la paz duradera.
XV - LOS DÍAS DE ESPLENDOR
4) TENEMOS QUIEN SE ACUERDE
Tenemos quien se acuerde
de algo nuestro.
Aunque alguna mañana
un jardín y una tumba
nos dicen que se ha ido la antigua mansedumbre,
que nos prendaba el alma con su amorosa guía.
Tenemos quien nos lleva
de la mano.
Si la luz de los días
no se enciende en la llama,
y tarda el entusiasmo que instruye a nuestra vida
con el fervor valiente de sostener la pena.
Tenemos quien espera
nuestro arribo.
Cuando luce el hallazgo
que vislumbra la vida :
invita lo admirable con su descubrimiento
por afianzar la senda que aclara nuestro enigma.
Tenemos quien reserva
nuestro sitio.
Por la vida apurada
de veloces angustias;
si ahuyenta a las bondades que luego permanecen
en un rincón buscado por el amor secreto.
Tenemos quien confía
a nuestro lado.
La sola compañía
que enlaza nuestra suerte.
Por amor convivido siempre hay alguien al lado
en ese fiel rescoldo de la memoria buena.
XV - LOS DÍAS DE ESPLENDOR
5) CERCA DEL MÁS ADMIRADO
Si se quiere aquel puesto de la ilustre conquista
enlazado en la historia de los triunfos heroicos,
como el hilo de oro de un arcano tejido,
que se trama en los tiempos del convite viviente.
Si se aspira a la forma de la obra perfecta,
ensoñado reflejo de imitar lo grandioso,
hacia el canon amado de seguir la secuencia
que procede de un mundo de feraz permanencia.
Cada alma es la chispa de aquel fuego infinito
donde viaja la llama que trasciende a lo alto.
No se fija un comienzo para el alma consciente,
ni se impone un final, que limite supremo.
En la grada ascendente cada ser victorioso
busca al más admirado de la escala excelente.
Hasta ver el ejemplo que se acerca a lo eterno,
junto al AMO distante de la impar maravilla.
En el pétalo nuevo de la flor más sencilla,
se aposenta ese trono de tal triunfo creado.
Como aquella palabra que se entrega y se admira,
por el fruto gozoso consagrado en : amor.